Después de unas horas garabateando sobre un
papel, el corazón me latía a velocidad
de vértigo. Amenazaba con salir disparado de mi pecho de un momento a otro. Las
manos me sudaban y las piernas me temblaban delante de un jurado que se daría
cuenta inmediatamente de mi culpabilidad.
De no saber crear una conexión coherente entre las palabras habilitar y
concentración, sospecha y reservado y trazar con ellas una historia original e interesante,
capaz de ganar el concurso.
Abatida y rendida a mi propio interrogatorio sobre las palabras
malditas, miré al jurado, después a mi abogado y finalmente al juez, directo a los ojos, pupila frente a pupila.
En un momento de arrebatadora sinceridad y valentía grité: ¡hoy me declaro culpable
de no saber cómo escribir un microrrelato
sobre abogados!
jajajaja!!! Muy ingenioso. Un final explosivo, mola!!.
ResponderEliminarHace unos días me dejaste tu enlace en mi blog; he estado bastante alejado de la blogosfera, pero al llegar el otoño siempre me vuelve la creatividad, agradecería una visita. Un abrazo. Mario.
Muchas gracias por tu visita y tu comentario, ahora mismo te devuelvo la visita. Saludos.
ResponderEliminarHas visitado el de música, no sé si has visto este: misrelatosyesteblog. Besicos
EliminarNo lo he visto, ahora me voy a dormir, mañana paso. Besos.
EliminarMuy lindo este microrrelato. Me gustó.
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