Datos personales

domingo, 28 de agosto de 2016

Juego de manos.

Tus ojos, ahora pequeños, apagados y hundidos miran ausentes al vacio. Te pregunto y me señalas las alturas, no hacen falta palabras para expresarte, un solo gesto dice todo aquello que no quiero oir y que tú tanto deseas.
A ratos, reitero recuerdos mil veces referidos, sonríes con una gesto  que ya no es tuyo, pero que recuerda en algo a aquello que fue. Te hago rememorar tiempos mejores o peores, pero llenos de vida. Vuelves a sonreír y te animas a hablar,  en apenas unos minutos la vida parece volver a tu mirada perpleja entre tanto recuerdo. Al momento, tus ojos se vuelven aun más pequeños y se cierran en un gesto cansado, arrastrando los párpados con un trabajo enorme; el mismo que otorga la vida a la vejez, el que la transforma el largos dias anodinos y vacíos, donde nada compensa, casi nada alegra y si  lo hace se olvida al momento.
Hacemos simples juegos de manos que aburririan a un niño, pero que a ti ye hacen gracia. Intento acercar mi dedo a los tuyos y lo separo, para que me lo atrapes, aun tienes fuerza, pero nada comparado con aquellas manos jóvenes y fuertes, nudosas, duras, de cayos a fuerza de tanto trabajo.  Aquellas manos que rodeaban las mías cuando era niña, entre las cuales sabía que nada podía pasarme.
Intentas atrapar mi dedo y lo quito, así varias veces hasta que, astuto, consigues atraparlo, entonces sonries como un niño bueno y me miras para decirme sin palabras que sabes que mi juego es para entretenerte y tú respondes sin ganas, sólo para complacerme, como tantas veces en mi vida.
Ya no eres tu, te has convertido en tu sombra marchita que cada día espera con impaciencia. Y yo te entiendo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario