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lunes, 8 de agosto de 2016

Impunidad

Veinte años después recibio un sobre anónimo  en su apartado de correos. En todos esos años había recibido cientos de ellos, pocos que pudieran arrojar .
Leyendo el dosier volvio a revivir los peores momentos de su vida, cuando encontraron el cadáver de  su hija adolescente y quiso ver sus restos para darle el último   adios.
De alguna manera había guardado en algún lugar de su cerebro ese dolor imposible que le resquebrajaba el alma, la impotencia de saber que escoria humana de las altas instancias  de la política, la justicia, la empresa, la policía....estaban implicadas en un crimen "de vicio"  en el que otros, unos pobres diablos desgraciados,  espiarian la culpa a base de talonario público.
El remitente del dosier era desconocido, pero acababa de morir y su último deseo habia sido que la familia conociera la verdad de un crimen horroroso, de las torturas que son capaces de  cometer ciertas personas que en la sociedad son consideradas como ejemplo.  
El remitente parecia haber sido un alto cargo de la G.C. El mismo que durante el juicio filtró información que volvía loco a Andrés porque no podía demostrar.
Ahora tenía delante toda la información para reabrir el juicio y vomitar la verdad.
Su lucha le habia costado la pérdida de su mujer y el abandono de su hijo, el alejamiento de sus amigos y el hastío de sus vecinos.
Hoy,  desencantado de la vida, la justicia y hasta de dios ; con una vida nueva y una hija de cinco años que lo miraba suplicando que la sacara a jugar al parque... tomó el dosier entre sus manos y después de una leve duda, lo echó a la chimenea. Dos  enormes lágrimas recorrían sus mejillas, era la primera vez que lloraba después de veinte años. Nada a partir de entonces habia sido igual, vivir era una pesada tarea que se había impuesto aun no sabia por qué.
Miró a la niña y comprendió que tenia que procurarle una vida feliz que seria imposible si  volvia a ensalzarse contra las altas esferas.



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