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jueves, 26 de marzo de 2015

Un reloj de arena.


El testimonio de Dionisio parecía  de vital importancia. Tanto que  el jurado, el juez, el abogado y  el fiscal creyeron que su declaración había sido concluyente.

Tenía un buen plan y aprovecharía hasta el último resquicio para que su amigo quedara libre y así, en un futuro cercano, poder repartirse el botín y realizar el sueño de su vida que no era otro que comprarse un reloj de arena en la tienda de la esquina de su casa donde vendía.  Productos procedentes de decomiso.

El amigo salió absuelto, Dionisio y él fueron de inmediato a comprar el reloj. Lo desmontaron, extrajeron el contenido, lo vendieron y subidos en   un avión camino  del otro lado del mundo reían mientras descorchaban una botella de Moet Chandon.

 

 

3 comentarios:

  1. Siempre me han parecido figuras tremendamente poéticas los relojes de arena, pero la fiesta que éste guarda es de órdago!!!

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  2. Siempre me han parecido figuras tremendamente poéticas los relojes de arena, pero la fiesta que éste guarda es de órdago!!!

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    1. Escribí el micro para un concurso y quise darle un aire diferente, al final no lo mandé, le dí una segunda oportunidad a los delincuentes, por listos jejej. Gracias por leerme.

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