El artista fallero presentó un boceto en el casal y hubo unanimidad: el lema
de ese año sería los amantes.
El día de la “plantá” los amantes parisinos Abelardo y
Eloísa, uno frente al otro, sonreían grotescamente. Por la mañana dos lágrimas
se deslizaban por ambas mejillas, como si de un milagro se tratara. El artista reparó las
mejillas esa noche y la siguiente los amantes de cartón piedra volvieron a
llorar.
Cuentan los
asistentes a la “cremá” que, solo cuando los “ninots” se fundieron al quemarse, sus lágrimas
desaparecieron y una sonrisa efímera afloró a sus mejillas.
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