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jueves, 12 de febrero de 2015

Jugando a vengarse.


Fue  casualidad. El  dejó abierta la página de internet.  Ella, quizá por una curiosidad  o por sospechas, entró en el chat.

Era la primera vez en su vida que lo hacía, no sabía ni cómo funcionaba.

Una pestaña roja parpadeaba, la abrió y observó.

Alguien desde el otro lado le hablaba.  Era una mujer joven, por lo menos en la foto.

-Estás ahí cielo, necesito hablar contigo, no podré ir a tiempo a nuestra cita, iré una hora más tarde, recuerda, trae tú el champan, yo llevo el resto.

Siguió leyendo y a medida que lo hacía se iba indignando.

Su marido, fiel como pocos y honrado había dejado el rastro indeleble de su infidelidad.

Su mundo dio la vuelta, como si viajara en una noria camino de ninguna parte.

Aceptó la solicitud de amistad de la primera persona que s e lo pidió y empezó a jugar.

¿Cómo te llamas? Le dijo el hombre.

-Calamidad, le dijo ella, y el estalló en una sonrisa de letras mayúsculas.

- Yo me llamo Marcos y busco una princesa como tú para envolverla en un cuento de fantasía.

-¿Cómo eres? Le dijo él.

- Soy bajita, tengo el culo gordo, algo bizca y medio calva y con la cara llena de bello.

El volvió a reír en mayúsculas.

-Lo que leo de ti me gusta, le dijo Marcos.

-¿Cómo sabes que te gusta si no me conoces?

- Porque ninguna mujer dice de sí misma que es fea o gorda, seguro que eres una belleza.

-Dime tu nombre, por favor.

-Me llamo Nuria- no le dijo su verdadero nombre.

- ¿A qué te dedicas?

- Soy profesora- mintió.

-Yo soy comercial, pero me gusta decir que soy viajante, como nos llamábamos antes. Soy muy rematico y me gustan las mujeres tímidas como tú.  

-¿Cómo sabes que soy tímida?

-Muy fácil, la mayoría de mujeres que entran en el chat van al grano y tú eres diferente.

Él le pidió ver su cara y ella  se negó. El insistió.

De pronto la puerta de la casa se abrió y el marido entró en la habitación, ella cerró precipitadamente el ordenador. 

Cuando le dijo que se iba, ella supo dónde y le dolió tanto que a partir de ese día algo cambio en sus vidas. El rencor me apoderó de ella y supo que habría un antes y un después de aquel día.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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