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sábado, 22 de noviembre de 2014

Mensajes de colores.



Ella le escribía tiernos mensajes en pequeños trozos de papel  de colores. Los metía en sobres minúsculos y los escondía  en su maleta, entre los jerséis y la ropa interior.

Cada sobre llevaba escrito el día que debía abrirlo. Para que no se precipitara y tuviera ánimos durante toda la semana.

Él llegaba cansado del viaje y no deshacía la maleta.

Al día siguiente, cuando volvía del trabajo y se encontraba solo abría la nota de ese día y, las palabras de cariño y ánimo,  le daban  fuerzas para continuar.

Él jamás pensaba que ella también se sentiría sola, sin ánimo, ni fuerza para soportar la soledad que les imponía la distancia. Ni un detalle, ni palabras de ánimo, ni una llamada sorpresa.

Aquel domingo, como de costumbre, él no deshizo la maleta, ni al día siguiente, ni al otro, tardó varios días en darse cuenta que ella le había abandonado.

 

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