Es lunes y la lluvia no ha parado en todo el fin de semana.
Salgo a la calle, camino del bufete y a los cinco minutos noto el calcetín
derecho empapado ¡maldito zapato! Ha dejado entrar el agua y ahora tendré que
ir al juicio con los pies mojados, no tendré tiempo ni de parar a comprarme
otros.
Llego al trabajo y suena el teléfono, mi secretaria aún no
ha llegado, descuelgo, es Pablito.
-Mamá, mamá la tortuga no está, hay algún indicio de haberse
precipitado por el balcón.
El niño empezó a llorar y la madre le prometió comprarle
otra.
Menudo día, estaba segura de que hoy no saldría nada bien,
ni el alegato que había preparado minuciosamente y no la había dejado dormir.
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