La anciana recibió la notificación de desahucio dos días
antes de que los niños de la doctrina cantaran la lotería de navidad.
Una lágrima resbalaba por su mejilla mientras metía sus
enseres en una vieja maleta. Rompió la hucha en forma de pato, le sacó el
dinero y un billete de lotería y llamó a
su abogado.
-quiero denunciar a mi hijo.
- ¡Por fin se decide! Marisa, nunca debió avalarle con su
vivienda.
-Lo di todo por el, incluso firmé como aval bajo presión, mi
propio hijo me ha estafado.
Abogado y clienta fueron a poner la denuncia. La anciana con
dolor y el abogado pensando que por fin se haría justicia.
Marisa salio del juzgado y fue a cobrar su décimo de lotería premiado,
después asistió a una conferencia que
daba su hijo y sin que el lo supiera
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