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domingo, 14 de septiembre de 2014

La alergia



 

 

Más que un interrogatorio aquello parecía el club de la comedia y cuando el caso llegó al tribunal más de una risa mal disimulada se escapó.

-Si señor juez, todo es cierto, dijo el monaguillo ante la atenta y burlona mirada de los letrados el día del juicio.

-Lo voy a repetir por última vez y no quiero ni una risa ni el más mínimo comentario, ya estoy harto de tanta burla.

Me comí la última sardina y salí corriendo hasta la sacristía para asistir al cura  en la que sería su última misa y no lo digo por lo que pasó sino porque el párroco se jubilaba. Como no me había dado tiempo de lavarme las manos, me las limpie en lo primero que pillé, con tan mala pata que era la sotana que el cura se pondría después. Al momento de ponérsela empezó a ponerse rojo y después morado, todo en segundos. ¿Cómo iba yo a imaginar que el señor cura era alérgico a las sardinas ¿

 

 

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