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domingo, 28 de septiembre de 2014

¡Juzguen ustedes!


 

Escribo desde la cárcel.

Pertenezco a una ilustre familia de juristas, tenemos un serio problema digno de estudio.

Cuando llega el momento de elegir carrera, tengamos o no vocación, un  antepasado  nos abduce y  acabamos estudiando derecho.

Cuando llegó mi turno, al suspender un examen escrito de selectividad, algo no funcionó y pude estudiar peluquería, pero lo oculté. Asistí de oyente a clases de derecho para disimular y cuando me di cuenta estaba trabajando en el despacho de mi familia, con un título falso que me consiguió un amigo  jugador de una extraña liga de futbol. Sé que no es legal, pero no pude elegir. Mi futuro no podía depender de un título que jamás conseguiría.

Asistía a juicios largos y aburridos, donde lo único interesante era el peinado de las señoras.

Se destapó mi estafa y hoy estoy feliz en la cárcel, de peluquero, alejado de mi familia.

 

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