¡Inocente! dijo el juez y la dejó marchar por falta de
pruebas.
Mi abogado me miró sorprendido, a su pasante se le llenaron
los ojos de lágrimas y a mi se me nubló la vista.
Salí corriendo de la sala y busqué, entre el tumulto, a la
mujer inocente de haber destrozado la vida de mi madre biológica y la mía.
-¡Escoria! le grité ¿que argumento tiene para haberme robado
de los brazos de mi madre, y ofrecerme, por dinero, a una mujer que nunca me
quiso?
-Es culpable de la muerte de mi madre, que después de luchar
contra el poder que usted representa, se suicidó.
- Siento una rabia
inmensa porque usted se creyó por encima del bien y del mal.
-Aunque huya a China la seguiré y haré que la vida que le
quede sea un infierno hasta que confiese la verdad
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