El
ratoncito Pérez
Como todos los niños sabéis,
el ratoncito Pérez es el ratón de los dientes, pero solo de los dientes de los
niños pequeños. Cuando un niño nota que un diente se mueve, está deseando que
se caiga, lo mueve adelante y atrás para que por fin se caiga. El ratoncito
tiene magia y sabe cuando un niño está apunto de caérsele. Entonces prepara su
gran mochila y entra en las casas para dejar a cada niño un regalo o unas
monedas.
Hay una cosa muy importante
que tenéis que saber: nunca debéis estar despiertos la noche que pongáis el
diente debajo de vuestra almohada, pues en el momento que un niño vea al
ratoncito, en ese instante pierde su magia.
Una noche en ratoncito estaba
un poco cansado y no dejaba de pensar en
la manera de recoger todos los dientes, dejar el regalo y volver corriendo a
dientilandia, donde vivía, en su preciosa
casa de colores, de todos los colores, amarillo el tejado, verdes las
ventanas, azul la puerta y el humo que salía de la chimenea de su diminuta casa
era de todos los colores, parecía un arco iris,
Esa noche, puso todos los
regalos en su mochila mágica, salio de su casa con la lista de nombres de todos
los niños que debía visitar, empezó por el que tenía más cerca, entró despacito
en la habitación, recogió el diente y a cambio le dejó un osito de peluche, el
que el niño había deseado durante mucho tiempo, en la siguiente entró con mucho
cuidado porque había una luz encendida y no sabía si la niña estaba
completamente dormida, asomó sus bigotes por la rendija de la puerta y vio que
la niña dormía plácidamente, tomo el diente y le dejó una muñeca pequeña
vestida de azul.
Cuando llegó a la tercera
casa miró debajo de la almohada y no vio
nada, se quedó un poco sorprendido, empezó a buscar por toda la cama y sin
darse cuenta le hizo cosquillas a la niña, estuvo a punto de estropearlo todo,
porque la niña se empezó a despertar, el ratoncito tuvo que salir corriendo
antes de que lo viera y se acabara su
magia para siempre. Cuando salio a la calle le dio mucha pena pensar que al día
siguiente cuando Tina despertara se iba
a enfadar mucho al no ver su regalo, pero el no podía hacer nada.
Entró en la casa siguiente y
como estaba muy nervioso, al bajar la escalera se cayó y los dientes de todos
los niños se dispersaron por la escalera, con el ruido, los dueños de la casa
se despertaron, el ratón tuvo que esconderse, cuando no había ningún peligro
salio corriendo camino de su casa.
El ratoncito Pérez estaba muy
preocupado porque sabía que si no entregaba todos los dientes al gran mago de
dientilandia, este no le daría permiso para repartir los regalos al día
siguiente.
Cuando se levanto por la
mañana, estaba muy triste, cuando salio a la calle y vio que su casa se había
vuelto gris y el humo de su chimenea ya no parecía el arco iris, no pudo
sopórtalo y se pudo a llorar, lloró tanto y tan fuerte que despertó al mago.
Este se pudo de mal humor y le dijo que si seguía llorando lo iba a echar de
dientilandia, como muestro amigo no podía parar de llorar por la pena que le
daban los niños, que se iban a quedar sin dientes y sin regalos. Al final le
dijo que se fuera que no quería verlo hasta que dejara de llorar.
Pasó tres días llorando,
hasta que se le ocurrió una idea.
Aquella noche estaba
dispuesto a probar si su magia funcionaba sin que el gran mago le diera
permiso.
A media noche empezó a
caminar, hasta que llegó a casa de Tina, la niña que se había quedado sin
regalo porque el ratoncito no lo había encontrado. Entró por la ventana, muy
despacito levantó la almohada de la niña y allí estaba el diente envuelto en un
papel de colores, en el papel había unas letras, Tina le explicaba al ratoncito
que el día que se le calló el diente lo
envolvió en un papel de color blanco, antes de ponerlo debajo de su almohada ,
por eso pensaba la niña que el ratoncito no lo había podido ver, ella confiaba
en que algún día volviera y le dejaba un regalo, por eso lo colocaba todas las
noches debajo de su almohada , envuelto en un bonito papel multicolor.
El ratoncito desenvolvió el
papel lo leyó y concentró todo su poder en su dedo índice, apuntó hacia el
diente y de pronto vio como se iba convirtiendo en un pequeño peluche.
Por la ventana pudo ver un
resplandor el la lejanía, era su casa de dentilandia que había vuelto a
recobrar su color.
Desde ese día el ratoncito
tiene su propia magia y ya no depende de nadie para dejar cada noche, a todos
los niños del mundo que se les cae su primer diente, un regalo o unas monedas.
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