. Concurso
calle del jerte
Manuela fue la maestra del pueblo durante muchos años. Ella
nos enseñó a todos a leer, escribir y
amar la música. Ahora, desde que la visitó el señor Alzheimer, apenas
nos conoce, no sabe ni quien es ella. Siempre parece ausente y triste, se ha
ido apagando poco apoco, pero cuando la primavera viste el valle del Jerte de
color, voy a buscarla, la monto en el coche, le pongo la primavera de
Vivaldi y la llevo a contemplar los
cerezos en flor, entonces me mira y una sonrisa pícara asoma a sus labios.
Poco después, cuando las cerezas maduran, vuelvo a llevarla
al valle, le ofrezco unas cerezas que cojo directamente del árbol, ella se las
mete en la boca todas a la vez, como si de una niña traviesa se tratara y
cuando nota la explosión de sabor vuelve a sonreír, es como si sus neuronas, en
contacto con el delicioso sabor,
volvieran a la vida.
Y yo, cada año, pienso si estos pequeños frutos encerraran
algún misterio capaz de combatir tanta tristeza.
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