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domingo, 14 de septiembre de 2014

El misterio de una sonrisa


. Concurso calle del jerte

 

Manuela fue la maestra del pueblo durante muchos años. Ella nos enseñó a todos a leer, escribir y  amar la música. Ahora, desde que la visitó el señor Alzheimer, apenas nos conoce, no sabe ni quien es ella. Siempre parece ausente y triste, se ha ido apagando poco apoco, pero cuando la primavera viste el valle del Jerte de color, voy a buscarla, la monto en el coche, le pongo la primavera de Vivaldi  y la llevo a contemplar los cerezos en flor, entonces me mira y una sonrisa pícara asoma a sus labios.

Poco después, cuando las cerezas maduran, vuelvo a llevarla al valle, le ofrezco unas cerezas que cojo directamente del árbol, ella se las mete en la boca todas a la vez, como si de una niña traviesa se tratara y cuando nota la explosión de sabor vuelve a sonreír, es como si sus neuronas, en contacto con el delicioso  sabor, volvieran a la vida.

Y yo, cada año, pienso si estos pequeños frutos encerraran algún misterio capaz de combatir tanta tristeza.

 

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