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viernes, 26 de septiembre de 2014

Con la suave yema de su dedo.


Con la suave yema de su dedo.

 

Mi vecina del tercero era escandalosamente guapa.

Whatsappeaba y retozaba con otros chicos  mientras subíamos en el ascensor y me ignoraba. Llegaba al tercero y salía sin mirarme.

Por fin, a mis cuarenta años, mis padres me regalaron un móvil moderno. Mi vecina me miró por primera vez cuando le pedí su número, lo hizo con una mirada condescendiente,  como quien mira a un niño disminuido.

Ni una vez contestó mis mensajes.

 Una noche la esperé, me la llevé al cuarto de los contadores y todo sucedió en unos momentos. Limpié cuidadosamente los restos de ese líquido espeso que salió de su dedo y le robé el móvil.

Con la suave  yema de su dedo índice entre los míos escribí tiernas frases de amor que recibí después en mi móvil cuando me conecté al wifi.

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