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sábado, 5 de julio de 2014


 Mi amiga Lola y los radicales antisistema.

Un día, después de comer, tomando café con lola, me empezó a decir que si había visto las noticias. Cuando hacía referencia a algún tema peliagudo yo la temía, porque nunca sabía por dónde iba a salir.

“Si, la noticia esa de la manifestación que ha acabado en una batalla campal, como acaban algunas últimamente” me dijo y yo contesté que sí. Era evidente, todos hablaban del tema.

Inmediatamente empezó su monologo y digo monologo porque yo no habalba hasta que ella acababa de argumentar.

“A las informaciones que se dan en los telediarios hay que ponerles un buen bonito filtro, de lo contrario corres el riesgo de adocenarte, aborregarte y así dejarte llevar por la corriente, y digo esto porque estoy harta, cansada de oír al periodista de turno decir que los radicales antisistema la han emprendido a palos contra la policía, contra las fuerzas del orden.

 Yo no justificaría jamás la violencia, además de no servir para nada sienta precedente y no da opción a que nadie exponga sus quejas, su malestar. Dicho esto tengo que expresar que las personas que se manifiestan no son radicales ni antisistema, son personas que han perdido gran parte  de  los derechos conquistados en todos estos años de democracia, es más, han perdido su trabajo, les han echado a patadas de sus casas, sin mirar si había niños o ancianos, les cortan la luz y el agua si un mes no pueden pagarla, les ponen un buen recargo por volver a darle esos servicios básicos, igual que si un mes no pueden pagar la hipoteca porque sus hijos tiene que comer, al mes siguiente tienen el recargo correspondiente. Esos radicales antisistema están soportando un sufrimiento que sólo ellos saben, algunos hasta se suicidan porque no pueden soportar la presión que les supone cerrar sus negocios, abandonar sus casas y, por si fuera poco, quedan  endeudados de por vida, son y serán los parias de la sociedad, los desheredados, los olvidados, la casta de los apestados porque jamás podrán levantar la cabeza y llevar una vida normal y entiendo por normal tener un trabajo, un techo y algo que comer. Muchos de estos antisistema radicales están viviendo gracias  a la pensión de sus mayores que, después de trabajar todo una vida para poder llevar la vejez con dignidad, tienen que soportar tanto los gastos como la desesperación de sus hijos y nietos.

¿Quiénes son los radicales antisistema, los que han desmontado la sociedad del  bienestar? ¿Esa pobre gente que se ha dejado engañar por los bancos y se ha embarcado en proyectos que estaba claro que no saldrían adelante? En mi  lega opinión los radicales antisistema son los que lo han desmontado en su propio benéfico, es decir: los banqueros y bancarios que ofrecían préstamos a quien sabían que no podrían devolverlo, a pobres infelices incapaces de pensar que todo el dinero que alguien te presta hay que devolverlo, no sólo eso, también les ofrecían dinero para un viaje, para la comunión del niño o para cambiar el coche, con o sin necesidad.  Esos si  son  verdaderos radicales antisistema que han dejado el país en la ruina, si amiga, no pongas esa cara, piensa un poco.

¿Y qué me dices de los políticos? ¡ay amiga los políticos corruptos! Sinvergüenzas, sin escrúpulos ni conciencia que se han llevado nuestro dinero, que han hecho cientos de obras por todo el país, obras de un inmenso valor económico, pero sin ningún valor para la comunidad, han gastado el dinero de todos y no solo eso, nos han endeudado hasta las siguientes generaciones, pero han llenado sus cuentas corrientes para que toda su generación puedas vivir  holgadamente mientras el resto pide las migajas que les sobran, pero ni de eso son capaces, ni de arrojar las sobras para aliviar el dolor de tanto padre desesperado, de tanta familia al borde del  abismo.

¿Aun se atreven en los telediarios a decir que los radicales antisistema son esa pobre gente? Te invito a pensar amiga, a que nos pongamos en la piel de esas personas que mandan a sus hijos al colegio sin desayunar, al dolor que supone no poder ni alimentarles, ni darles un mínimo de condiciones necesarias.

No me gusta la violencia, detesto hasta los gritos cuando alguien se exalta en una conversación subida de tono, pero me pregunto a menudo, que haría yo si me viera tan desesperada, que no sería capaz de hacer si me echaran de mi trabajo, me quitaran mi casa y me dejaran sin un mínimo recurso para  mis hijos. Y encima los políticos de turno, corruptos y sinvergüenzas,  se asoman a la caja tonta diciendo que hay que trabajar más y cobrar menos, mientras ellos tienen lo estafado, malversado y robado en bancos fuera del país.

Os invito a pensar a, reflexionar ¿Quiénes son los verdaderos radicales antisistema?”

Así es como mi amiga Lola  ve la vida. Tan diferente a muchas otras personas que conozco que nunca se si posicionarme de su parte o no.

A veces me produce cierto malestar oír todas esas controversias que me presenta Lola, esas reflexiones nacidas de su extrema sensibilidad, de esa empatía innata para ver dentro de los demás y sufrir, si es necesario, las dificultades de los otros como propias.

 

 

 

 

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