Mi amiga Lola y los radicales antisistema.
Un día, después de comer, tomando café
con lola, me empezó a decir que si había visto las noticias. Cuando hacía
referencia a algún tema peliagudo yo la temía, porque nunca sabía por dónde iba
a salir.
“Si, la noticia esa de la manifestación
que ha acabado en una batalla campal, como acaban algunas últimamente” me dijo
y yo contesté que sí. Era evidente, todos hablaban del tema.
Inmediatamente empezó su monologo y digo
monologo porque yo no habalba hasta que ella acababa de argumentar.
“A las informaciones que se dan en los
telediarios hay que ponerles un buen bonito filtro, de lo contrario corres el
riesgo de adocenarte, aborregarte y así dejarte llevar por la corriente, y digo
esto porque estoy harta, cansada de oír al periodista de turno decir que los
radicales antisistema la han emprendido a palos contra la policía, contra las
fuerzas del orden.
Yo no justificaría jamás la violencia, además
de no servir para nada sienta precedente y no da opción a que nadie exponga sus
quejas, su malestar. Dicho esto tengo que expresar que las personas que se
manifiestan no son radicales ni antisistema, son personas que han perdido gran
parte de
los derechos conquistados en todos estos años de democracia, es más, han
perdido su trabajo, les han echado a patadas de sus casas, sin mirar si había
niños o ancianos, les cortan la luz y el agua si un mes no pueden pagarla, les
ponen un buen recargo por volver a darle esos servicios básicos, igual que si
un mes no pueden pagar la hipoteca porque sus hijos tiene que comer, al mes
siguiente tienen el recargo correspondiente. Esos radicales antisistema están
soportando un sufrimiento que sólo ellos saben, algunos hasta se suicidan
porque no pueden soportar la presión que les supone cerrar sus negocios,
abandonar sus casas y, por si fuera poco, quedan endeudados de por vida, son y serán los
parias de la sociedad, los desheredados, los olvidados, la casta de los
apestados porque jamás podrán levantar la cabeza y llevar una vida normal y entiendo
por normal tener un trabajo, un techo y algo que comer. Muchos de estos
antisistema radicales están viviendo gracias
a la pensión de sus mayores que, después de trabajar todo una vida para
poder llevar la vejez con dignidad, tienen que soportar tanto los gastos como
la desesperación de sus hijos y nietos.
¿Quiénes son los radicales antisistema,
los que han desmontado la sociedad del
bienestar? ¿Esa pobre gente que se ha dejado engañar por los bancos y se
ha embarcado en proyectos que estaba claro que no saldrían adelante? En mi lega opinión los radicales antisistema son los
que lo han desmontado en su propio benéfico, es decir: los banqueros y
bancarios que ofrecían préstamos a quien sabían que no podrían devolverlo, a
pobres infelices incapaces de pensar que todo el dinero que alguien te presta
hay que devolverlo, no sólo eso, también les ofrecían dinero para un viaje,
para la comunión del niño o para cambiar el coche, con o sin necesidad. Esos si
son verdaderos radicales
antisistema que han dejado el país en la ruina, si amiga, no pongas esa cara,
piensa un poco.
¿Y qué me dices de los políticos? ¡ay
amiga los políticos corruptos! Sinvergüenzas, sin escrúpulos ni conciencia que
se han llevado nuestro dinero, que han hecho cientos de obras por todo el país,
obras de un inmenso valor económico, pero sin ningún valor para la comunidad,
han gastado el dinero de todos y no solo eso, nos han endeudado hasta las
siguientes generaciones, pero han llenado sus cuentas corrientes para que toda
su generación puedas vivir holgadamente
mientras el resto pide las migajas que les sobran, pero ni de eso son capaces,
ni de arrojar las sobras para aliviar el dolor de tanto padre desesperado, de
tanta familia al borde del abismo.
¿Aun se atreven en los telediarios a
decir que los radicales antisistema son esa pobre gente? Te invito a pensar
amiga, a que nos pongamos en la piel de esas personas que mandan a sus hijos al
colegio sin desayunar, al dolor que supone no poder ni alimentarles, ni darles
un mínimo de condiciones necesarias.
No me gusta la violencia, detesto hasta
los gritos cuando alguien se exalta en una conversación subida de tono, pero me
pregunto a menudo, que haría yo si me viera tan desesperada, que no sería capaz
de hacer si me echaran de mi trabajo, me quitaran mi casa y me dejaran sin un
mínimo recurso para mis hijos. Y encima
los políticos de turno, corruptos y sinvergüenzas, se asoman a la caja tonta diciendo que hay
que trabajar más y cobrar menos, mientras ellos tienen lo estafado, malversado
y robado en bancos fuera del país.
Os invito a pensar a, reflexionar
¿Quiénes son los verdaderos radicales antisistema?”
Así es como mi amiga Lola ve la vida. Tan diferente a muchas otras
personas que conozco que nunca se si posicionarme de su parte o no.
A veces me produce cierto malestar oír
todas esas controversias que me presenta Lola, esas reflexiones nacidas de su
extrema sensibilidad, de esa empatía innata para ver dentro de los demás y
sufrir, si es necesario, las dificultades de los otros como propias.
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