Alas de mariposa.
Soñé que volaba. Que mis alas
frágiles de mariposa me elevaban sobre el valle del Jerte. Ante mis ojos, una explosión de color de
cientos de cerezos en flor elevaba mi alma al infinito. La brisa
primaveral parecía traer notas musicales. Una sensación de libertad me
invadía.
Desperté y las flores habían desaparecido. En su lugar miles de pequeños
frutos rojos y brillantes destacaban sobre el verde de las hojas. Cogí una
cereza y me la llevé a la boca, cerré los ojos y un indescriptible sabor llenó
cada rincón de mis sentidos.
Abrí de nuevo los ojos y noté como poco a poco mi ansiedad desaparecía.
Atribuí a las picotas propiedades que ni sabía que existían, pero supe que todo
estaba en mí, en mi manera de ver la vida.
En ese momento comprendí que si la felicidad
existe, se compone de pequeñas cosas, de
momentos, de ínfimos placeres como el que yo estaba viviendo
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