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lunes, 5 de agosto de 2013

Preguntas sin respuesta.



 

Tres años, cuatro meses y cinco días han pasado desde que acabé mi licenciatura en  derecho. Siete matrículas de honor, noches en vela delante del derecho civil o la teoría de la ley, fines de semana sacrificados al estudio en detrimento de mi ocio y mis relaciones sociales avalan mi empeño.

 Ecléctico camino cada mañana hacia el desamparo, con mi currículum en la mano esperando un milagro que no llega. Empiezo a pensar que estaré bajo la tutela económica de mis padres eternamente, mientras, sigo formándome, adquiriendo especialidades y capacidades lingüísticas  que en vez de abrirme el camino parecen cerrármelo. Hablo inglés, francés y algo de alemán.

Durante mi primer año de carrera tenía tantas ilusiones que si me hubieran pinchado, la aguja hubiera salido llena de optimismo, hoy, pese a mi juventud, me pegunto si ha valido la pena, pero mis preguntas no tienen respuesta.

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