Marcos Saldaña, abogado, profesor
y economista, según convenga y dedicado a la explotación de mujeres en sus
ratos libres, se sienta por fin en el banquillo de los acusados.
Mientras su abogado consulta la
pantalla táctil del móvil, en la calle, un grupo de mujeres, cartel en mano,
pide justicia y, aunque ninguna pueda demostrar nada, están seguras de que este
hombre con varios nombres y profesiones irá a la cárcel no sólo por explotador,
también por estafador.
Unos meses después el juez dicta
sentencia y Marcos queda libre por falta de pruebas. El hombre sale impune por la puerta de atrás, con una sonrisa en
los labios, pensando ya en su próxima profesión.
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