LAS
BORDADORAS
Cada noche, antes de
acostarse, desde hace muchos años, mira debajo de la cama porque tiene la
sensación de que no está sola, algo inexplicable le ocurre desde aquel lejano
día de su infancia.
Por fin esa semana
Mercedes cruzará todo el país para ir a la ciudad de donde procede toda su
familia, donde ella pasó su infancia.
Lleva demasiado
tiempo eludiendo la invitación de sus primos para ver como había quedado, en el
museo de artes y costumbres populares de la ciudad, los enseres de la antigua
casa familiar, donados hacía ya mucho tiempo.
Un extraño escalofrío
le recorre el cuerpo solo de pensar en ese viaje.
Quizá fue todo pura fantasía, fruto de las historia
reales o no, contadas por la familia en voz baja y con mucho misterio cuando
ella era pequeña.
Instalada en el
asiento del avión, su mirada se pierde entre las nubes que va dejando atrás y
enredada en cien historias vividas en otro tiempo, parece como ausente.
Aun puede ver con claridad el patio de la casa
del abuelo, con su limonero verde y amarillo, la fuente central, que con el
sonido del agua cayendo relaja el ambiente, las aspidistras colocadas alrededor
de la fuente que con su verde intenso
refrescan la estancia y los geranios que con sus colores dibujan un arco iris.
Su pensamiento, inquieto, no deja de imaginar
como serán ahora sus primos, esos que de pequeños eran sus compañeros de
juegos, confidencias, travesuras y guardianes de secretos.
De pronto, entre
recuerdos agradables, aparece uno, que hace que se ponga nerviosa, es algo que
sucedió en antigua casa familiar y de lo que solo fueron testigos sus primos y
ella, claro que a los ojos de los niños todo puede parecer diferente, de todos
modo, hicieron un pacto entre ellos para no contar a nadie lo que habían visto
en la sala de planchar.
Al descender del
avión, volvió a sentir un olor característico y penetrante, ninguna otra ciudad
del mundo olía así, era tan intenso el perfume a azahar en primavera que hasta
embriagaba.
Nada mas salir,
después de recoger la maleta de la cinta transportadora, varios ojos conocidos
la miraban con una sonrisa inconfundible, tierna, de infancia. Todos querían
abrazarla a la vez, no habían cambiado nada, sin duda, sus primos eran las
mismas personas entrañables que ella esperaba encontrar.
Después de la comida,
en la sobremesa, se quitaban la palabra unos a otros en un intento vano de
resumir tantos años de ausencia.
Salieron al patio a
tomar el té, Mercedes pudo ver que nada había cambiado en aquel patio rodeado
de color, sonido y frescura, se quedó mirando la fuente embelesada, entonces el
mas pequeño de los primos dijo:- ¿os acordáis del día que nos colamos en el
cuarto de la plancha? se hizo un silencio total y a Mercedes se le erizó el
bello.
-Venga que no fue
para tanto, seguro que nuestra fantasía infantil nos hizo ver cosas que en
realidad no ocurrieron.- si no os importa, dijo alguien, no me gustaría bromear
con ese episodio, además si, como veo, nadie lo ha olvidado por algo será.
Decidieron ir todos
juntos a ver la sala del museo donde se exponían todos los muebles de la casa
familiar.
A Mercedes le sorprendió ver que habían
colocado cada uno en la misma disposición que ella los recordaba. Iba haciendo
fotografías a cada una de las habitaciones para seguir conservando intacto el
recuerdo de la casa de su infancia, cuando llegó al cuarto de la plancha no
pudo evitar dirigir la mirada al fondo a la derecha, donde un gran cuadro
presidía la estancia, allí estaba tal cual lo recordaba, enseguida bajó la
mirada, no quería ni por un momento volver a ver aquello que tanto le
horrorizó,
En el centro de la
estancia, una gran mesa, en la pared de la izquierda un mueble de cajones donde
se guardaba la ropa bordada y planchada, en una mesa bajita reposaban las
planchas de hierro, parecían esperar el carbón para empezar a funcionar, un
candil relucía a su lado, se notaba que
las manos expertas de algún anticuario o restaurador habían pasado por
el ,cuatro sillas de anea bajitas , muchos tapetes y alguna sábana a medio
bordar formaban el mobiliario de aquella sala , sin omitir el gran cuadro que
colgaba de la pared del fondo que dejaba ver la imagen de tres mujeres
jóvenes pero de otra época, siempre
habían llamado a ese cuadro el de las planchadoras, parecían felices, una bordando
, otra cortando tela en la enorme mesa forrada con tela blanca y la tercera
planchando .La pintura correspondía a mujeres de la familia, fallecidas hacia
ya mucho tiempo.
Un día de verano,
mientras los mayores hacían la siesta y los niños deambulaban a sus anchas por
las habitaciones de abajo, se les ocurrió jugar al escondite, a Mercedes no se
le ocurrió otra cosa que meterse en un cajón del mueble de la sala de la
plancha , cuando el juego acabó y el resto de primos salieron al patio a
refrescarse y descansar un poco, se dieron cuenta de que Mercedes no estaba, de
pronto, un grito desgarrador les llevó hasta el cuarto de la plancha, pero lo
más extraño era que no era la voz de su prima lo que oían , eran unos gritos
que parecían venir de otro lugar, de otra dimensión, por fin un ruido mundanal
los alerto, entonces se dieron cuenta que Mercedes aporreaba con todas sus
fuerzas el cajón en el que se había metido, estaba cerrado por fuera y con la
llave echada , cosa que ninguno había hecho. De pronto, algo llamó su atención
desde el cuadro , eran cuatro jóvenes en
vez de tres, una de ellas escondía algo en un bolsillo y sus labios parecían
gritar ayuda, ayuda, ayuda, con un sonido desgarrador, como de otro lugar .en
el bastidor que sujetaba con la mano podían leerse con claridad las letras que
estaba bordando y que componían el nombre de Mercedes. Los niños salieron
corriendo despavoridos y nunca más volvieron a comentar el suceso, como si no
hubiera ocurrido.
Unos días después
de la visita de Mercedes a su ciudad
natal, regresa a casa y por fin
encuentra un momento para pasar las fotos del museo al ordenador y así poderlas
ver tranquilamente, había hecho una fotos magnificas que le servirían para
recordar su infancia y sobre todo a sus primos. Al llegar a la foto del cuarto
de la plancha, vio como un reflejo en medio de la estancia , le pareció curioso
porque era como si su cara se hubiera colado dentro de las vitrinas del museo,
pensó que la próxima vez que hiciera fotos tendría en cuanta los reflejos de la
luz, acercó la imagen y vio algo que la dejó sin respiración, apagó el
ordenador con manos temblorosas y se metió en la cama de un salto, muerta de
miedo, aquella noche no miró debajo ,estaba segura de que no estaba sola en la
habitación.
Se levantó con los
primeros rayos del sol, estaba segura de poder ver todo con mas claridad, fue a
la cocina y puso la cafetera en el fuego, mientras se metió en la ducha a ver
si se le despejaban un poco las ideas,
de pronto se quedó sin agua caliente, acabó quitándose el jabón con agua
helada, mientras se secaba el pelo, le llegó un fuerte olor a quemado, salio
corriendo a la cocina y se encontró con su cafetera echando humo, un dolor
intenso empieza a martillearle las sienes, se da cuenta de que no iba a ser un
buen día.
Al llegar al trabajo,
todas las compañeras le preguntan a la vez ¿como ha ido tu viaje? que suerte
tienes escaparte una semana y reponer fuerzas, venga, venga, enséñanos fotos o
no nos creeremos que estabas con tu familia. Mercedes enciende el ordenador con
un ligero temblor en las manos que nadie nota, las primeras fotografías son del
patio, un murmullo general le dice que tiene mucha suerte de haberse criado
entre tanto lujo, va pasando fotos y las
compañeras, entre risas y criticas, olvidan que es lunes y que hay mucho
trabajo, cuando llega la foto del cuadro de las planchadoras, una risotada
general inunda la oficina- ¡pero chica! ¿de que te has disfrazado? pareces una
mujer antigua, adosada al cuadro familiar. Ahora ya no tiene duda, la cuarta
mujer, la bordadora es igualita a ella, incluso tienen el mismo nombre o por lo
menos lo está bordando .Se inventa una historia y sigue pasando fotos hasta que
finaliza la sesión.
Esa imagen está
segura de que no es su reflejo, si, es una cara idéntica a la suya pero no es
ella.
Desde que volvió de
su viaje tiene jaquecas a diario y por las noches no puede dormir, cuando lo
hace, tiene horribles pesadillas en las que una adolescente grita su nombre,
llega un momento en el que ve su cara por todos sitios, está obsesionada, este
asunto no la deja vivir, se está convirtiendo en el centro de su vida y no está
dispuesta a ello.
Al día siguiente de
un fin de semana largo y pesado en el que leer, su afición favorita , se ha
convertido en una pesadilla, decide llamar a una de sus primas para hacerle las
preguntas que nunca hasta hoy quiso
hacer.
A la pregunta de
porqué ella se llama Mercedes, la prima le contesta que es una vieja costumbre
familiar poner este nombre a las primeras hijas de cada casa, en tu caso como
fuiste primera y última es obvio que tenían que ponerte este nombre- ¿quién fue
la primera antepasada en llamarse así? pues eso no lo se y si quieres que te de
mi opinión no deberías remover en el pasado, al fin y al cabo es solo eso,
pasado.
Cada noche era peor,
por la mañana se levantaba con una extraña resaca, como si se hubiera bebido
todos los licores del mueble bar.
El primer fin de
semana que tiene libre decide volver a su ciudad natal, pero, esta vez sin
avisar a nadie, quería investigar ciertos asuntos y sabía que con sus primos y
demás familiares cerca iba a ser imposible.
Nada mas poner el pie
en la ciudad va directamente al museo; aprovechando una visita guiada se une al
grupo para pasar desapercibida.
-Las habitaciones que
vamos a ver a continuación, son una donación hecha al museo por la familia
Medina, como todos ustedes saben, una familia muy conocida de nuestra ciudad,
que después de muchos años han tenido a
bien cumplir con el deseo del patriarca fallecido hace ya muchos años.
Todos los muebles y
enseres están colocados como en su día lo estuvieron en la casa de origen, el
dormitorio principal consta de una cama bastante alta, como pueden ver, en
aquella época los colchones eran de lana de oveja y se ponía uno sobre otro, la
colcha que arropa la cama es unas pieza única bordada por las mujeres de la
casa, En la mesilla podemos ver una botella de agua y un vaso, todo el ajuar de
bordados que podéis ver en la habitación son piezas únicas confeccionado por
las manos expertas de las jóvenes .
Al llegar a la
habitación de la plancha, un ligero vahído recorre la frente de Mercedes, está
a punto de saber algo más de la historia de su familia.
-La gran mesa central
servía a las jóvenes de la casa para
cortar la tela, en esa otra pequeña mesa pueden ver colocadas las planchas, a
su lado un costurero con varias docenas de hilos. El extraño mueble de cajones,
es una pieza hecha artesanalmente que servía para guardar la ropa bordada y
planchada .al fondo pueden ver el retrato de las tres hermanas bordadoras,
aunque las malas lenguas siempre han dicho que eran cuatro y no tres. Cuenta la
leyenda que las cuatro hermanas se pasaban la vida bordando en esta habitación,
abnegadas y obedientes no conocían otro mundo que el de sus hilos de colores y
sus bastidores, no importaba que fuera verano o invierno, que hiciera frío o
calor, ellas no levantaban la vista de sus bordados. Eran un poco esclavas de
los caprichos de su padre.
Un día don Arcadio
salio de casa y tardó varios días en
volver, la madre de las chicas sabia lo mismo que ellas sobre la partida del
padre, nada, a su vuelta volvió acompañado de otro hombre muy elegante y algo
mayor, con el pelo ralo, grasiento muy pegado a la cabeza. A la hora de la
comida reunió a todos los miembros de la casa y presentó a su nuevo huésped
como futuro marido de la hija mayor, la
chica no daba crédito a lo que oía, no podía creerse que su padre la hubiera
estado sacrificando desde que cumplió doce años a bordar un ajuar digno de una reina para casarla con un
hombre que le doblaba la edad y que lo
único que tenia de bueno, según su padre, era el dinero ¿que otra cosa puede
importar en la vida? Decía, pasado un tiempo prudencial se preparó la boda y la
muchacha sin oponer más resistencia se casó con el rico del pelo grasiento.
Otro día, después de
dos años, don Arcadio volvió a salir de casa y tardaba en volver, la segunda
hija se puso a temblar nada mas ver que tardaba demasiado tiempo. De nuevo
apareció el padre con un huésped feo y viejo pero con mucho dinero, a los pocos
meses se celebró la boda de la segunda de las hijas.
Viendo el panorama
que les esperaba, las otras muchachas desesperaban pensando los demás huéspedes
que irían viniendo a su casa. Nada pudieron hacer y una a una fue casando a las
hijas. Cuando le llegó el turno a la pequeña, dijo que no se casaba que
prefería pedir en la calle como una mendiga a pasarse la vida junto a un
miserable rico, ella quería aprender cosas, como lo hacían los hombre, quería
aprender a leer para enterarse de lo que ponía en esos gruesos libros que sus
hermanos leían en la biblioteca de su casa, o viajar y conocer otros pueblos,
otras ciudades, sentía una inquietud que no era propia de una muchacha, decía
el padre a grito pelado .esta chica se ha vuelto loca y hay que encerrarla.
Y así fue como a la
pequeña de los Medina la encerraron en una habitación al otro lado del jardín,
decía el padre que hasta que depusiera su actitud. Se le oía gritar por las
noches de puro miedo, eran unos gritos desgarradores, aún así, ella nunca
accedió a los deseos del padre y cuentan que cuando se dio cuenta de que estaba
embarazada del jardinero, espero a que naciera la niña a la que pusieron por
nombre Mercedes, el padre mató a la
hija allí mismo, en la caseta, desde
entonces algunas personas dicen que aparece la cara de una joven en el cuadro y que sus gritos no han dejado
de oírse aun después de muerta y que su alma anda vagando y pidiendo justicia.
Cuentan que el padre hizo desaparecer del cuadro la cuarta hija y que la
eliminó de su vida como quién se deshace de un mueble inservible.
La guía dio por
terminada la visita y Mercedes seguía allí de pie delante del cuadro, mucho mas
confusa que cuando había llegado.
Se fue al cuarto de
baño y permaneció escondida un buen rato hasta que notó que cerraban el museo,
tenía un propósito en su cabeza y no iba a parar hasta convertirlo en un hecho.
Dejó que transcurriera un buen rato hasta que su vista se adaptó un poco a la
oscuridad, cuando estuvo segura de no oír ningún ruido que hiciera pensar en la
presencia de alguien, salio de su escondrijo y mentalmente hizo un plano del
museo para no equivocarse en el camino a seguir, muy despacio, con el corazón
latiendo desbocado, va caminando para encontrase con la verdad , su verdad, de
pronto, entre el silencio oye un ruido que la paraliza, es como un gemido que
va subiendo de tono poco a poco hasta ensordecer la estancia, Mercedes piensa
que no va a aguantar tanta presión y que de un momento a otro va a desmayarse,
pero no ocurre tal cosa, respira profundamente tres veces para poder seguir ,
tiene la impresión de oír sus propios latidos, si hubiera alguien a su lado
seguro que los escucharía. Una vibración repentina hace que su cuerpo se
paralice, una tenue luz sale de su
bolsillo !joderrrrr! es el móvil que le avisa, como todos los días que tiene que
tomar su medicación .sigue caminando por el pasillo a oscuras, hasta las
paredes parecen querer decirle algo.
Por fin está dentro
de la habitación, delante del cuadro, saca un pañuelo de papel y lo impregna
con acetona quitaesmalte de uñas, lo restriega enérgicamente en la parte del
cuadro donde hay una especie de mancha y poco a poco va apareciendo su propia
cara con otro cuerpo como de mujer de otra época, sigue restregando y aparece
claramente una mujer entera con un
bastidor, en el que ha bordado el nombre de Mercedes, empieza a
restregar tan vigorosamente que parece haberse vuelto loca .Finalmente decide
mirar el cuadro por detrás, alumbrada por la poca luz de su móvil, descubre en
una esquina algo abultado, es como una carta con unas letras como de caligrafía
antigua, no entiende lo que pone, se la mete en el bolsillo y se va para
intentar encontrar una salida, cosa que descubre imposible .No puede evitar
quedarse transpuesta en algún momento de la noche y entre sueños una voz de
mujer le dice que su deseo se ha
cumplido, su alma descansa en paz y su rostro juvenil vuelve a estar en el
retrato familiar
A la mañana siguiente
se camufla como puede entre un grupo de visitantes y sale del museo.
Al leer la carta en
el hotel se da cuenta de que lo que ha contado la guía es verdad, también
descubre que ella es nieta de aquella niña que nació en la clandestinidad y
llamaron Mercedes.
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