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domingo, 29 de diciembre de 2019

Cerrado el cupo de amistad.

Después de una enorme decepción con unos amigos de toda la vida cuya amistad se esfumó entre nieblas de indiferencia, sin ninguna explicación, decidí que no quería hacer nuevas amistades.
Empecé el año , me daba tanta perece dar explicaciones, y tener que demostrar cuáles eran mis ideas políticas, mis creencias o no religiosas, mis costumbres por las noches, mis enfermedades, mis fobias y filias, mis trastornos, mis luces, mis sombras, que para que no se acercara nadie más de lo deseado decidí no hablar, no dar explicaciones. Y me fue bien: el primer día, en el autobús, se sentó una señora a mi lado y empezó a hablarme como si me conociera, me contó toda su vida durante el trayecto, qué aburrimiento!!! No me importaba una P...M..  ni la miré, ella erre que erre, se desahogó a gusto criticando a su suegra. Poco le importó que yo no hablara, ella a lo suyo.
A la hora del café en el despacho yo solía dar un paseo por el parque, pero me cogió mi compañera y me contó sus desavenencias con el cuñado el día de Nochebuena, lo maldijo como si el año que viene no volviera a cenar con él y aguantarle el mismo sermón. Yo callada, no quiero confidencias ni amistades nuevas ¿ nadie se da cuenta? Me preguntaba a solas.
A la semana siguiente, mientras tomaba un café en una moderna cafetería del centro de la ciudad, se me acercó un señor y me dijo que si se podía sentar en mi mesa ya que no había otra libre ¿qué piensan que pasó? El señor acababa de divorciarse y necesitaba soltar todas las culebras que guardaba su boca y las soltó. Esa noche no pude dormir pensando en "la amistad" solo de ida, me preguntaba por qué hay tanta gente necesitada de unas orejas que no sólo oigan sino que escuchen, y por qué hay tanta gente que cuando se creen traicionados utilizanr la técnica del avestruz, como hicieron mis supuestos amigos, es decir, esconden la cabeza y no dan oportunidad de escuchar las razones del otro ante la mínima o máxima contrariedad.   Solo entonces comprendí que la amistad si no va en ambos sentidos no merece la pena.
Ahora, cuando alguien me utiliza para desahogarse, me hago la sorda. He cerrado el cupo de amistades.


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