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martes, 23 de octubre de 2018

Una herencia generosa.

Como un enjambre después de recibir la pedrada de un niño, como buitres al olor de la carne putrefacta, acudieron al entierro del tío Estanislao .
De luto riguroso, disimulando un dolor que no sentían y un jubilo que traicionada sus miradas,
cuando el sacerdote dijo podéis ir en paz, los sobrinos se frotaron las manos mientras el cura amigo del difunto sonreía maliciosamente pensando en la sorpresa que se iban a llevar cuando se abriera el testamento:
"Lego todos mis vienes a la fundación  ancianos en soledad."

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