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jueves, 27 de agosto de 2015

Vivir de recuerdos.


Aquellas viejas cartas de amor dormían amontonadas entre otros tantos recuerdos. Leídas y releídas a lo largo de los años , alimentaban un recuerdo que solo existía en ella. Para el tenía menos importancia que un suspiro, el recuerdo se borró de su memoria al poco tiempo de dejarla; hacía ya tantos años que el amarillo del papel y el antiguo código postal podían atestiguarlo.
Ella, sin embargo, leía las cartas cada temporada, cuando cambiaba la ropa de... los armarios y revivía de nuevo aquella pasión juvenil, las palabras que le dedicaba su chico, las promesas de futuro y de sinceridad.
Cuando guardaba la ropa, volvía a meter las cartas perfumadas en los sobres y estos dentro de una vieja caja de cartón, la misma que el le regaló con un pañuelo estampado que ya no existia. Pasaba una cinta alrededor de la caja y le hacía un lazo.
"Hasta otro rato" se decía a ella misma.
El otoño estaba cerca y pronto volvería a sacar su caja de los recuerdos, pero ese año sería diferente....

En la vieja caja, desvencijada y recompuesta, la mujer guardaba algo más que las cartas de aquel amor que hacía años se perdió entre la niebla de aquella tarde de invierno.
Los recuerdos estaban amontonados en la caja igual que en su cerebro y, permanecían ahí, como testigos mudos de otra época, como ropa apolillada y pasada de moda ocupando espacio en un armario.
Esa semana empezaba el otoño y la mujer pensó que debía desprenderse de un pasa...do que no la había aportado nada, de unos recuerdos que habían permanecido ahí solo porque ella los alimentaba a cada paso.
-A qué tengo miedo? Se preguntó
Y no supo contestarse.
Abrió el armario, sacó la caja decidida a romper las cartas y deshacerse de su pasado, pero volvió a leerlas y no fue capaz. Mientras leía lloraba y se daba cuenta de la dependencia que tenía de sus recuerdos, los fantasmas de su pasado que volvían una y otra vez para no dejarla vivir.....Adela estaba un poco decepcionada con la vida. Los días pasaban anodinos y ella sentía como su mundo interior, pobre y frágil, compuesto de recuerdos, se desmoronaba.
Se sorprendía haciendo un balance de su vida que le resultaba vacía y ajena. Casi nada a su alrededor era lo que ella hubiera querido. Ni sus hijos , ni su marido , ni siquiera sus amigos.
Poco a poco perdió el poco norte y cayó en un pozo oscuro donde ni los recuerdos ni la sensación de haber vivido una vida prestada le hacían reaccionar. Ella solo quería dormir y ver documentales de animales.
Un día sucedía a otro y nada ocurría hasta que......Aquella tarde no hubo documental de animales y Adela se sintió mal , era lo único que conseguía relajarla. En su lugar pasaron en reportaje de yoga que exaltaba los beneficios de la meditación.
Siguió el reportaje como una autómata, pero en un momento dado dijeron algo que atrajo su atención, era como si las palabras fueran dirigidas a ella; por un momento pensó que estaba perdiendo el juicio , pero algo dentro de ella le decia que de...bia tirar del hilo, seguir por ese camino, investigar por qué unas simples palabras dichas por por alguien que no conocía podían llegarle tan dentro.
Al día siguiente se duchó, se arregló un poco el pelo y el espejo le devolvió la mirada de una mujer aun bella. salio a la calle y fue a un centro donde impartían clases de yoga, la invitaron a una sesión gratuita y a partir de ese dia las clases se convirtieron en su bastón.
Aprendió a meditar y a quererse un poco, a abrazar a esa desconocida que llevaba dentro, a empátizar con ella misma, a conocer gente nueva y así llenar huecos que estaban vacíos o llenos de cartas amarillentas con olor a naftalina......Adela pensó, meditó, hizo un recorrido por toda su vida y llegó a la conclusión de que no había sido feliz porque se empeñaba en dejar abiertas etapas que las demás personas cierran para seguir avanzando.
tantas veces había buscado por internet al dueño de las cartas y cuando lo encontró no se atrevió a decirle nada .... todo por miedo a que el no la recordara.
No solo eso; Adela guardaba los rastros de su pasado como si de un tesoro se tratara..., cuando aquellas personas que un día formaron parte de su mundo , hoy vivían ajenas al de Adela.
Se integró en el grupo de yoga y empezó a dar pequeños pasos de gigante: Salidas a cenar, excursiones por la montaña, fines de semana de meditación y dos nuevas amigas con las que compartir cientos de cosas. Al principio Adela era reticente, pero cuando los meses pasaron y la amistad se afianzó, supo que habia encontrado una salida a su vida, comprendió que lo realmente importante es vivir el día a día y dejar un hueco para lo nuevo.
Con los primeros fríos del otoño sacó la ropa y allí estaba la caja de sus recuerdos. No pudo deshacerse de ella en ese momento, pero al día siguiente cerró los ojos al pasado , lloró y tiró la caja a la basura. Desde su balcón estuvo observando el contenedor un buen rato, hasta que oyó el camión de la basura.

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