Mi dolor ajeno
La punzada de dolor provenía de fuera. Entraba por alguna
rendija, se expandía por los entresijos y se multiplicaba de manera exponencial a todas las células de mi cuerpo. Se concentraba
en el pecho y me oprimía, creándome una gran ansiedad que no me dejaba vivir.
El dolor venia de una
enfermedad ajena que, por alguna razón desconocida para mí, un día, inconscientemente
decidí asumir. Apropiándome de ella como
un espíritu maligno se apodera de su víctima.
Cuando la opresión se hizo insoportable decidí luchar sin saber
cómo hacerlo, sin armas y sin recursos, pero segura de asumir una parte de
culpa que no era mía, que me era ajena y que asumía puerilmente por quitarte una parte de sufrimiento que te correspondía
, resultado de gestionar mal tu vida.
Removí el pasado buscando la causa por la que asumí parte de tu enfermedad
y me encontré con el remordimiento de mi conciencia que, resentida conmigo
misma por viejas historias de asuntos no resueltos, transformaba mi culpa en ansiedad,
llevándome por el camino de la empatía elevada al más alto exponente.
Entonces comprendí que no por conocer la causa podía evitar
el efecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario