Un monstruo debajo de la cama.
Antes de acostarme miraba
siempre debajo de la cama. Se convirtió en una costumbre mecánica, aunque no
exenta de peligros.
Sabía que los monstruos
se escondían allí, donde yo no podía verlos.
Entraba en la habitación,
sigilosa, para no despertar sospechas. Me agachaba temblando, levantaba la
colcha y el miedo se deshacía en un instante, como la nieve tardía.
Me metía en la cama,
apagaba la luz y me tapaba la cabeza con la sábana; de ese modo los monstruos
quedaban fuera de mi mundo. La levedad de las sábanas cubriéndome salvaba mis miedos infantiles.
Una noche, que no estaban
mis padres, después de ver una película de zombis con mi hermano, éste
desapareció, se fue a dormir. Entré en mi dormitorio, apagué la luz sin
mirar debajo de la cama, ese día no, estaba segura de que algún zombi había salido de la pantalla y estaba justo
allí. Las manos me temblaban, el corazón me latía desbordado y cuando hice
intención de retirar las sábanas para meterme dentro, una mano helada salió de
debajo de la cama y me agarro el tobillo con una fuerza desmesurada. Grité y
grité hasta asustarme de mi propio grito, era mi final, el muerto viviente
estaba debajo de mi cama y............mi hermano, más asustado que yo, gritaba
a su vez desde debajo de mi cama que era
él.
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