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domingo, 14 de septiembre de 2014

Unas bonitas alas


La sangre sobre la nieve es más roja. Repetía una y otra vez alfred asomado a su ventana. Con la cara desencajada  y un enorme cuchillo entre las manos.

Bajó las escaleras de su casa despacio,  dejando un reguero de sangre a su paso. Dos gruesas gotas de sudor resbalaban por su frente y a pesar del frió su cuerpo, estaba desnudo. Cuando llegó a la calle se arrodilló, limpió el cadáver de su mujer, lo vistió y encendió  varias velas alrededor del cuerpo. En ese momento empezó de nuevo a nevar, los copos caían lentamente sobre la cara de la mujer, se iban derritiendo  pues el cuerpo de la mujer aún estaba  tibio,  las velas se apagaban pero el volvía a encenderlas.

_ “no quiero que pases frío mi amor, la próxima vez que quieras volar te compraré unas bonitas alas”.

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