La novia llegó puntual a su boda, un halo de papel
higiénico blanco inmaculado le cubría el
cuerpo, su sonrisa desdentada le daba un aire grotesco a la ceremonia. El novio
llevaba un birrete color amarillo fosforito fabricado por el mismo en la clase
de manualidades.
Entró en escena el juez que los casaría, tropezó y lo primero que salio de sus labios fue una
palabrota que dejó a los asistentes atónitos.
Entró la madre del novio paseando con orgullo entre los invitados mientras en las filas de
atrás alguien comentaba, con gran júbilo, que acababa de producirse la
detención de Leonardo, el funcionario de prisiones que, sentado entre el público, reía sin parar.
¡Bravo! gritó el abogado del novio desde la primera
fila del salón de actos de la cárcel de
Picassent.
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