Además me voy a chivar a mis padres; les desvelaré nuestro
secreto. Gritaba Carlitos enfurecido, desde su pupitre en la última fila de la clase de religión.
-sus amenazas ya no me asustan, dijo el niño dirigiendo todo
su odio al cura que impartía la clase.
Los demás niños, enmudecidos, esperaban su último alegato.
Algunos niños ya sabían lo que quería decir.
-Lo que usted me enseña no es anatomía, esto no es un juego.
Carlitos salio de la clase dando un portazo, estaba
dispuesto a soportar con orgullo la primera bofetada que le iba a dar su padre
cuando empezara a contarle sus juegos con el cura.
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