Viendo pasar la vida.
Mi vida, en el pasado, no había sido tal.
Siempre esperando un momento mejor, un milagro quizá, un golpe de suerte o de
magia que viniera de fuera, que entrara por la ventana, que rompiera mi
barrera, Una mano que me ayudara a deshacerme
de mi talón de Aquiles: el miedo.
Así,
desde mi asiento, acurrucada en mi
sillón, miro por la ventana. El tiempo pasa inexorable, la vida se escapa
segundo a segundo, pero yo aún no lo sé. Unos vienen, otros van, ríen, lloran,
aman, viven. Yo también deseo vivir, lo espero con resignación, inmóvil, desde
mi sillón.
Apenas las agujas del reloj, los cambios de temperatura,
los fenómenos atmosféricos delatan ese caminar somero del tiempo. Hoy hace
frio, llueve, es invierno, quizá mañana la primavera traiga algo de cambio,
algo de brisa templada, algún canto de pájaro, flores en el jardín, pero yo desde
mi sillón no lo veré.
Después, imagino, vendrá el verano, abriré de
nuevo la ventana y dejaré que la brisa entre y refresque la habitación, sabré
que estoy en la canícula por el calor, desde mi ventana sólo eso podré notar.
Cada día lo mismo: Sentada, esperando un futuro mejor que llega vacío,
estéril. Mientras, a mi alrededor, la
vida pasa y pesa, pero yo sigo buscando desde mi sillón, mirando por mi ventana.
El verano llegará a su fin, las hojas de los
árboles empezaran a caerse, el bosque cambiará de color: desde el amarillo
claro al marrón, pasando por toda la gama de verdes y ocres, pero desde mí
sillón no podré verlo.
Y llegará de nuevo el inverno y con él el frio. A mí me pillará sentada en mi sillón,
acurrucada cerca de la ventana esperaré
a que pase el día, la noche, el mes, el invierno, para que llegue la primera, el
verano, el otoño y, otra vez el invierno.
Y seguiré esperando que el futuro me sorprenda y todo cambie y me
dé una tregua que me permita empezar a soñar a vivir.
Un día, quizá, me levantaré, abriré la puerta
y saldré de mi casa, abandonaré el nido que protege mi miedo y daré paso a mi
libertad.
Entonces veré la luz, el sol, el bosque, los pájaros y la
gente riendo, llorando, disfrutando. Notaré la brisa fresca de la primavera y la
lluvia purificadora del otoño. Veré la vida en primera fila, pero quizá ya sea
tarde, porque el futuro no existe, sólo desde el presente se puede avanzar,
experimentar, reír y llorar, vivir, siempre vivir.
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