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viernes, 1 de febrero de 2013

La mentira


Diez años de pleitos complicados, de los cuales gané la mayoría, no han sido suficiente para que sirvieran de disculpa en mi única y mordaz falta, consistente en descubrir que mi defendido había mentido a todos, hasta a mí, su abogado. Su mentira no era como la de los otros clientes, era tan sucia que me impidió continuar  con su defensa y allí mismo, delante del juez, lo dejé al descubierto.

Me volví loco cuando vi las fotos de mi cliente abrazando a un niño en actitud inequívoca.

Hay cosas que se pueden obviar, como una instancia poco convencional de un pobre diablo que viene pidiendo ayuda al despacho y otras que nunca deben permanecer ocultas.

El lunes siguiente a mi despido, recogí mis pertenecías  asqueado y me fui al pueblo a cultivar mi huerto de remolacha, con la esperanza de encontrar  un poco de paz y algo de verdad.

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