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martes, 3 de julio de 2012

Heredero universal.




¡Maldita  herencia la de mi tío abuelo!

 Todo el mundo ha soñado alguna vez con tener un tío rico en América y heredar a su muerte. Yo el tío lo tenía, lo de la herencia es otra historia.

Ser abogado, en una familia donde varias generaciones de varones lo son no es extraño, pero estudiar derecho sólo para complacer a mi tío abuelo, con la esperanza de recibir su  legado en mi cuarenta cumpleaños, eso sí tiene mérito y más aún cuando dicho día llaman a la puerta de mi apartamento y me encuentro, al otro lado, al tío abuelo Marcos calzado con una chancla de cada color, una copa de campeón de parchís, llena de cava, en una mano y  encendiendo un petardo con la otra; dispuesto a  compartir conmigo su extravagancia y el resto de su vida, la herencia ni nombrarla.


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