Una historia de amor divina.
Merceditas se enamoró de Jesús cuando apenas tenía once
años. Anteriormente, cada vez que oía su nombre suspiraba para aliviar la
presión que sentía en el pecho.
Su amor era platónico y secreto, sufría a escondidas, como
lo hacían los grandes amores de leyenda. Hasta que un día su amiga, única
sabedora de su secreto, le dio la solución.
Le dijo que sólo tenía que esperar unos años para consagrase
a él. Mercedes vio el cielo abierto y esperó pacientemente.
Cuando Merceditas pasó a ser Mercedes tomó los hábitos y
entró de novicia en un convento de clausura para estar más cerca de Jesús,
único objetico en su vida.
Sor Mercedes tenías sentimientos encontrados. Su amor a Jesús
eral real, estaba enamorada como cualquier otra adolecente, sentía la misma
necesidad de caricias, de besos, de experiencias terrenales.
Confesabas sus malas tentaciones y por las noches se
sujetaba el silicio alrededor del muslo derecho, se torturaba, se flagelaba con
la intención de redimir su pescado, pero su amor era superior a las torturas.
Se pasaba el día llorado y la noche redimiendo su pecado de amor.
Rezaba y rezaba, pero sus plegarias no llegaban a su
enamorado.
Un día, cansada de sufrir, desengañada del amor, se salió
del convento para intentar superar su no correspondida historia de amor.
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