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jueves, 25 de febrero de 2010

MI VIDA SIN TI





Ahora que han pasado ya algunos años, puedo recordarte sin que me duela, sin sentir esa inmensa ansiedad que no me dejaba vivir. Ahora que por fin soy libre, quiero contarlo al mundo entero, quiero gritar una y otra vez que ya nunca más volveré a caer en tus brazos, con una vez que me quedé atrapada tengo suficiente. Me ha costado tanto olvidarte que quiero contarlo para que no se me olvide nunca lo mal que lo pasé.


Cada noche al acostarme, me hacía el firme propósito de dejarte. A la mañana siguiente pensaba que en un día más se cumplirían mis deseos. Así pasaba el tiempo hasta que un día estuve preparada para abandonarte.


La primera mañana sin ti pasé las horas mas amargas de mi vida. Un desasosiego me invadía y me acompañaba en cada segundo, la ansiedad me oprimía el pecho, no me dejaba ni respirar, pensé por un momento que iba a perder la razón, lloré y lloré hasta agotar las lágrimas, cuando me cansé de llorar me puse a cantar: de alguna manera tendré que olvidarte la la la…………… Esa vieja canción que me venía a la cabeza y no podía evitar cantar a grito pelado, definitivamente algo se había trastocado en mi vida, algo tan fuerte que hubiera preferido morir a permanecer más tiempo en esa situación.


Aquel primer día me acosté pronto para intentar ganar la primera batalla a mi rival más poderoso. Después de largas horas de insomnio me dormí y toda la noche la pasé soñando contigo, ahora sabía que dormir no era la solución para olvidarte.


La primera vez que te vi., pensé que eras glamuroso, moderno, ¡si hubiera sabido que me ibas a atrapar en tu camuflada tela de araña no me hubiese acercado a ti! Ahora ya es tarde y no me queda más remedido que dejar pasar el tiempo y el veneno que corre por mis venas.


Los días siguientes al primero no fueron mejores, mi obsesión aumentaba con el paso del tiempo. Lloré muchas veces, hasta que tomé la decisión de ser fuerte y no derramar ni una lágrima más por ti.


Al mes justo de abandonarte, me di cuenta de la manipulación a la que había estado sometido durante gran parte de mi vida, ello me ayudó a seguir con mi particular lucha.


Pasó el tiempo y un día descubrí que ya apenas pensaba en ti. El veneno se fue diluyendo por mis venas hasta que solo me quedó el recuerdo vago de unas horas amargas ya superadas. Mi batalla estaba ganada, nunca más volvería a ponerme un cigarrillo entre los labios.

















 

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